Una vez fuimos de vacaciones con mi familia fuera de la ciudad. Escuchamos de un restaurante que se llamaba Martín Fierro que era bueno bla, bla, bla. Así que fuimos.
Nos atendió un colombiano (Le conocimos el acento y nos confirmó). Aún me acuerdo de su nombre, se llamaba Miguel Torres.El tipo era una buena persona. Muy servicial a la hora de atendernos y la atención fue de calidad.
(Dato para más adelante: Cuando íbamos a pedir la entrada preguntó: “no van a querer unas machas a la parmesana?”, el cual era nuestro favorito. Resulta que no habían y dijo: “Les prepararé algo que les gustará”)
Cuento corto, terminamos la comida y nos fuimos, pero nos quedó gustando tanto que decidimos volver al día siguiente. Llegamos al lugar y nos atendió un mesero x, pero nosotros pedimos que nos atendiera un mesero que estuvo con nosotros el día de ayer. Nos dijo que no había problema y que quien era. Nosotros le respondimos: “Miguel Torres”El mesero nos quedó mirando y dijo: “¿Quién?” “Miguel Torres, el colombiano” Y el mesero hizo click y nos trajo a un colombiano, pero no era Miguel Torres. Les dijimos que era otro colombiano y nos dijeron que ese que estaba ahí parado era el único colombiano que trabajaba en el lugar WTF!
Insistimos tanto que nos llevaron con la gerente para que buscara en la nómina el nombre de Miguel Torres, pero no había nadie que trabajara en ese momento llamado así. Ni siquiera había registro de que hubiera trabajado antes en el lugar. Básicamente, nos atendió alguien que no existe.¿Se acuerdan el dato de la comida?
Nos enviaron la comida del mas allá
Empezamos a psicosearnos mucho. ¿Cómo sabía que nos gustaba las machas a la parmesana? De más de 10 entradas justo le atinó?. El plato de reemplazo que trajo era una comida que me hacía mi padre de pequeño (cuando lo trajo nos reímos mucho porque era un clásico de la familia). Aquí ya pareceré paranoico porque fui el único que noté el detalle, pero cada mesa tenía un cuadro (ese día era de un granjero zegando la tierra con un burro). Pero ese día el cuadro era distinto. Hasta me acerqué a preguntar a la gerente si cambiaban los cuadros constantemente a lo que me respondió con un no. Nunca había comido tan callado en un restaurante hasta ese día.
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