Hace tiempo yo viajaba bastante al pueblo de donde soy originaria, iba una o dos veces al mes, siempre viajaba de noche, ida o regreso para aprovechar más el tiempo, salía del trabajo y me iba a la central los viernes y el domingo en la noche me regresaba y ya nada más llegaba a mi casa a prepararme para irme a trabajar.
Cierto viaje salí en la corrida de las 12:35, yo llegué a la terminal y me senté a esperar a que saliera mi autobús y llegó un muchacho, se notaba que había tomado un poco, me preguntó la hora, yo le contesté y me dijo que si se podía sentar en el asiento vacío al lado mío, yo le contesté que sí porque había mucha gente alrededor y no me sentía insegura.
Empezó a platicarme sobre su vida, me dijo de dónde era, que se había venido a trabajar a la central de abastos porque iba a tener a su bebe y quería juntar un poco de dinero, me dijo que no lo habían dejado subir más temprano porque a la hora que estaba marcada su corrida estaba más tomado y le dijeron que así no podía subir, pero que como ya se le estaba bajando lo tomado, en la siguiente corrida salía, casualmente era la misma en la que yo salía. Insistió en invitarme un café porque él se iba a tomar uno para que se terminara de reponer, me dió un poco de desconfianza, así que le dije que sí, pero que yo los compraba, así que fui y los compré y al regresar anunciaron nuestra salida.
Nos subimos y casualmente teníamos el mismo asiento, me dijo que no me preocupara, que de noche los autobuses no se llenaban, que me sentara del lado de la ventana y el se sentaba en el asiento del pasillo, si llegaba alguien más él se paraba y así se iba. El autobús no se llenó y nos fuimos platicando casi todo el camino, me platicó sobre su familia, de repente me dijo que iba con su esposa a dejarle todo lo que había juntado y sacó un fajo de billetes, era bastante dinero, le dije que lo guardara bien y que tuviera cuidado que nadie viera que llevaba esa cantidad.
Casi siempre el autobús hacia siete horas de camino, pero esta vez fué menos, así que cuando llegamos apenas iban a dar las 4, lo supe porque este chico me despertó para despedirse de mí.
Dos semanas después volví a ir y me lo encontré de nuevo, pero esta vez de regreso, lo más curioso fué que cuando me despertó era la misma hora de la vez anterior, me dijo que me reconoció y que si se podía sentar conmigo, le dije que sí y en el camino me platicó de su trabajo y me contó de unos muchachos que lo molestaban en la central, le dije que no hiciera caso. En esa ocasión me dijo que se llamaba Pablo, que tenía 23 años y me dió su número de teléfono y su facebook, igualmente llegamos más temprano a la central, bajamos del autobús, se despidió y se fué, yo me quedé hasta las 7 que estaba un poco más claro para irme a mi casa.
Mientras estaba aún ahí, el muchacho me mandó un mensaje para decirme que era un gusto conocerme y que ya me consideraba una amiga, llegué a la casa y ya por la tarde entré a mis redes sociales y lo busqué y sí, encontré su perfil, pero al entrar para mandarle solicitud ví que tenía muchas etiquetas hablando sobre su partida (deceso), pero con fecha de un mes atrás, juro que en ese momento sentí que mi cuerpo no me respondía.
Le conté a mi mamá y al día siguiente ella me acompañó a la central de abastos, a dónde él me había dicho que trabajaba, porque este muchacho me había dicho hasta el lugar donde rentaba junto con otros jóvenes. Llegamos a la central y empecé a preguntar por él, hasta que llegamos a un lugar donde pregunté y salieron dos chicos y me dijeron sobre su deceso un mes atrás. Me dijeron que la noche antes en que él iba a viajar para ver a su esposa habían salido con él por unas cervezas, él se fue pero se enteraron que llegando a la central unos tipo se dieron cuenta de cuánto dinero llevaba y se lo querían quitar, pero al resistirse lo atacaron y no resistió. Yo no podía creerlo, les conté que lo había conocido apenas 3 semanas atrás y que un día antes había vuelto a hablar con él y que me había dado su nombre, su número y su facebook, les enseñé el mensaje y el número y me dijeron que sí, que ese era su número pero que no sabían con quién había hablado yo realmente.
Tampoco me quisieron dar más información sobre la esposa de Pablo, por alguna razón yo sentía la necesidad de hablar con su esposa, así que me metí de nuevo a mi facebook, busqué su perfil y encontré el de su esposa, me puse en contacto con ella y le conté lo que había pasado, ella me dijo que precisamente la hora en que le conté que había bajado y subido del autobús era la hora en que ella había recibido la noticia.
Al día de hoy no se realmente qué pasó, lo que sí sé es que yo lo ví, hablé con él, me contó de su vida y de su esposa, así como de su bebé, le entregué el café y me dió las gracias, me dijo “me hacía falta algo calientito”. Y el día que me dió su nombre y su número me dijo que ojalá en un próximo viaje volviéramos a coincidir.
Le mostré a su esposa el mensaje y vió el número pero me dijo que era algo que ni ella misma entendía porque ella misma había deshechado ese chip. El día que hablé con ella volví a marcar ese número pero me decía que el número no existía o era incorrecto, guardé mucho tiempo ese número hasta que entendí que tal vez sólo quiso que alguién le llevara el mensaje después de morir a su esposa que el siempre pensaba en ella y en su hija y que su último viaje era con la intención de que ellas estuvieran bien.
Al paso del tiempo también me he preguntado si sólo yo lo veía, si parecía que iba hablando sola. O si tal vez no fuí la única que lo vió, no lo sé. Sólo sé que siempre estará en mis oraciones y siempre le prendo una vela para darle luz en su camino.
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