Platicaba mi abuelo que había una casa que estaba por el rumbo de Guadalupe y que nadie duraba viviendo en esa casa porque decían se aparecían fantasmas y se escuchaban ruidos .
Un amigo de mi abuelo trabajaba en fundidora ( una empresa grande en Nuevo León) y él y su mamá rentaron esa casa, y un día la señora vió una mujer de blanco en una de las habitaciones, la siguió y se desapareció en un cuarto y de ahí salió lumbre y que, cuando se apagó puso una cruz, cuando llegó el hijo, o sea el amigo de mi abuelo, escarbaron y sacaron un cántaro lleno de dinero y joyas, y decía mi abuelito que dejaron todo en esa casa, muebles y ropa, sólo desaparecieron. Nadie se imaginaba que ahí había un tesoro escondido.
Un día le hablo el amigo a mi abuelo para decirle que si le podía hacer unas mejoras a su casa, al llegar a la dirección que le dió, mi abuelo se sorprendió porque era un caserón inmenso y pues ya le platico el señor como se hizo de fortuna. Platicaba mi abuelo que los dueños de la casa anduvieron buscando a su amigo mucho tiempo porque querían parte del dinero enterrado pero pues nunca dieron con él y pues mi abuelo nunca dijo nada porque apreciaba a su amigo.
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